Selección Oficial de Cortometrajes (IV) – Fantasmagoría III: Ferine de Andrea Corsini

Ferine de Andrea Corsini

Por Gloria Isabel Gómez

El cine de género es un cine de promesas. Cuando decidimos ver una comedia, un drama o una película de acción manifestamos nuestro deseo de consumir contenidos con códigos específicos de temas, imágenes y sonidos. Y en el caso del cine de terror, la banda sonora adquiere una dimensión más allá de lo narrativo, pues es un componente esencial para producir emociones en el espectador: induce al miedo, sorprende, evoca, anticipa y moviliza.

Pero es importante aclarar que a diferencia de lo que popularmente se cree, la banda sonora de una película no se limita a las melodías o a las canciones de la obra. En realidad, la música es solamente uno de los elementos sonoros de los que se sirve la banda sonora, la cual incluye: los efectos, los silencios y los diálogos.

La imagen ha dominado nuestra educación y nuestra percepción de la realidad, pero algunas obras invitan a escuchar atentamente el mundo, demostrando que las fuentes sonoras tienen un gran potencial dramático. Lo que estoy describiendo me sucedió con el cortometraje Ferine de Andrea Corsini, el cual estrenó en la 34º Semana de la Crítica del Festival de cine de Venecia y se proyectará por primera vez en Medellín en el marco de Fantasmagoría, el Festival de Cine Fantástico y de Terror de la ciudad, que desde 2018 presenta una programación con largometrajes, cortometrajes y obras artísticas (literatura, ilustración, artes plásticas) de estos dos géneros.

En los 17 minutos que dura este trabajo, vamos de una atmósfera a otra sin necesidad de que los diálogos nos expliquen las acciones o los sentimientos de los personajes. El color, que en el cine de terror tiende a ser frío y desaturado, es en esta obra todo lo contrario: los rojos contrastan con amarillos y podemos apreciar los verdes más intensos, los de la naturaleza. Esta propuesta de espacios coloridos se complementa con escenarios poco comunes en el cine de terror, pues a plena luz del día, en parqueaderos, en vehículos, en espacios públicos y en exteriores suceden las situaciones más macabras e inesperadas.

Estas escenas pertenecen a una historia narrada en la actualidad. El título traduce “ferino”, que es una palabra que remite a la fiera o a lo feroz y que se justifica en la expresión de los personajes, quienes emiten sonidos que evocan los instintos más primitivos: gemidos sexuales, aullidos de dolor, respiraciones jadeantes, gritos y llanto.

Por momentos, el guion de este director italiano remite a Canino (2009), la ópera prima de Yorgos Lanthimos, pues a los personajes de ambos trabajos les ha sido negado el lenguaje, lo que los margina de su condición humana. La gran diferencia (y también el mérito) con Ferine, es que Andrea Corsini plantea una caracterización y unas acciones dramáticas en un tiempo más corto, dejando un aura de misterio que es propia del género de terror y que invita a los espectadores a establecer sus propias conclusiones.

En ese sentido, el sonido vuelve a ser protagonista, porque es el medio por el que es posible conocer el mundo narrativo que se nos presenta para imaginar sus ritmos, sus características y algunos de sus secretos. Así como es posible construir exageraciones o hipérboles con la imagen, con los efectos se pueden hacer énfasis y juegos estéticos en donde los humanos suenan como animales y los espacios producen extrañamiento, aunque sean urbanos y cotidianos.

A nivel visual, la composición de los planos y el desenlace de la historia generan una ambigüedad que incomoda, porque Ferine oscila entre la fábula y la historia real…es como si se narrara con total estetización uno de esos acontecimientos que escandaliza los noticieros y los periódicos fugazmente: un hombre que encierra a sus hijas en el sótano durante décadas, una mujer que convive con el cadáver de su madre en la cocina, vidas fallidas que representan el fracaso de sociedades enteras.

Las escenas de violencia están presentes desde el guion pero sus momentos más explícitos se suprimen en el montaje, dándole más importancia al gesto que al efecto. Es decir que los actos de los personajes se simplifican mediante elipsis o los cortes a negro para que sus cuerpos sean más relevantes que sus voces. Por esta razón en Ferine no hay armas ni diálogos y todas las interacciones entre los personajes suceden con objetos simples o con sus bocas, sus manos, sus genitales o sus extremidades.

Por lo anterior, Ferine es una experiencia sensorial distinta a las producciones de terror que tienen convenciones audiovisuales ya conocidas como la noche, la oscuridad, lo paranormal y el efectismo sonoro (acordes de violín, sonidos anticipatorios sobre puertas, ventanas y casas embrujadas, etc). Y al construir un lenguaje propio, las expectativas de la audiencia frente al género no se traicionan, sino que se superan, exigiendo que las personas interpreten a nivel visual y sonoro la complejidad de la vida humana en la contemporaneidad.

Ferine (2019) 
Gloria Isabel Gómez

Magíster en creación y estudios Audiovisuales de la Universidad de Antioquia (tesis Cum Laude). Interesada en el cine-ensayo, los derechos humanos y el fortalecimiento de la mujer en la dirección de cine. Ha incursionado como directora en cortometrajes documentales y experimentales que han sido reconocidos en diversos festivales y ha coordinado las comunicaciones de tres festivales en Antioquia: El III Festival de cine de Jardín, Vartex 6 y Pantalones Cortos. Recibió el premio Caracol Cine del BlFF (2016). En 2019 fue seleccionada para participar del Talents Buenos Aires, organizado por el Festival de Cine de Berlín y la Universidad del Cine. Actualmente, es docente de Narrativa audiovisual Cine en el pregrado Comunicación Audiovisual y Multimedial de la Universidad de Antioquia.

Página: www.elcinesana.com

Twitter: @elcinesana