“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido” H. P. Lovecraft
Por Vincent Gil
Uno de los géneros de cine más relegados y criticados, casi menospreciados, ha sido sin duda alguna el terror-horror. No suele ser visto con buenos ojos por personas especializadas en cine, ya sean críticos o realizadores más enfocados en la visión «artística» del medio audiovisual. Porque se trata de un género asociado regularmente a la parte más comercial y de entretención del cine, sin que se ligue con normalidad al “cine de calidad”. Incluso en tiempos más actuales puede haber una masificación y atracción hacia este tipo de cine, pero en su mayoría puede ser un acercamiento superficial, centrado en filmes comerciales, taquilleros y que usan los estereotipos más comunes del género.
Es así, que solo los aficionados más arraigados al terror conocen la gran magnitud de universos y el espectro que arropa el género, brindando a su vez múltiples y variadas facetas. No se trata de atraer a más creyentes como si se tratase de una religión, pero se puede brindar una perspectiva macro que desglose el género en su gran cantidad de variaciones. De esa manera, se comienza con una retrospectiva del horror como género cinematográfico, indagando en sus inicios y en las raíces de sus sub-géneros, como en la evolución hasta tiempos más recientes.
Pero, el terror tiene mucho para brindar y como género posee a su vez una cantidad enorme de elementos significativos y valiosos, así como una multiplicidad de aspectos que los expanden y otorgan un espectro interior realmente grande. Asustarse puede no ser un sentimiento que se quiera buscar intencionalmente, por ejemplo, todavía con más incidencia si se vive en una sociedad donde las noticias violentas y no tan positivas suele ser el enfoque cotidiano, por lo que cuando las personas van a cine no quieren sentir algo similar a los sentimientos lúgubres que se viven a diario (como ha sucedido con la historia del género en Colombia, casi ausente, aunque no de forma definitiva). Aunque a su vez, puede ser un ítem que atrae y conecta con el espectador, precisamente porque está en un lugar seguro y allí, viendo una película, puede vivir lo que en la realidad no puede, lo que no expresa o lo que no se atreve a reflejar, siendo un momento catártico y freudiano de identificación y conexión de placer y rechazo como afirma Losilla (1993) “En efecto, el cine es un arte de naturaleza escoptofílica, que –como arte de lo horrible a través de las épocas- causa simultáneamente placer e incomodidad en el espectador” (p. 26).
El acercamiento a los relatos siniestros y oscuros ha sido parte del ser humano desde el mismo relato oral y desde su mismo amanecer, las historias y mitos creados en relación a las justificaciones de las cosas que no se podían explicar. El bien y el mal, cada uno ejemplificado en seres que representan los miedos e inquietudes, a su vez para expandir y vivir esas sensaciones de manera colectiva. Abstracciones y asociaciones metafísicas que continúan en la expresión del mismo hombre, ya desde su interpretación del tema y desde una perspectiva ahora artística. Pinturas, esculturas, obras de teatro y literatura que se enfocan en quizá ese mal ancestral y más cercano a lo divino; o en monstruos o figuras que reflejan, exponen o critican lo cruel o vil del mismo ser humano a través de la historia; o sus aberraciones o aspectos reprimidos que surgen en una vía no extralimitada, ya que muchas veces se puede asociar lo que se ve en pantalla con la misma realidad y con ese aspecto interior inconsciente (Losilla, 1993:18).
Autores clásicos de literatura asociados al horror como Edgar Allan Poe, Bram Stoker, Mary Shelley, Ann Radcliffe, E. T. A. Hoffman, entre otros, influenciaron de forma significativa la atracción de los lectores por textos que ahondan en sus más inquietantes deseos o recuerdos reprimidos, en sus fobias, en sus interpretaciones del mundo para dejar un elemento posiblemente catártico que sirve para tocar esos aspectos de forma que podría decirse controlada, donde solo son casi que voyeurs de lo que están leyendo (Losilla, 1993:28).
Edgar Allan Poe (1809-1849)
Antes de la creación del Kinestoscopio o del mismo Cinematógrafo, se inventaron las linternas mágicas que fueron un primer acercamiento al efecto de proyecciones de imágenes que se vería posteriormente en el cine. El el siglo XVIII se instauran entonces las Fanstasmagorías, una representación con ilusiones ópticas por medio de las linternas mágicas, las cuales se usaban para hacer puestas en escena oscuras, con temas tétricos y relacionadas a los fantasmas, espantos, esqueletos y demás elementos terroríficos. Se combinaba el recurso con el uso de humo, cortinas para esconder el efecto de proyección y representaciones muy teatrales que generan los primeros acercamientos muy cinematográficos con el terror y los espectadores.
Surge, por ejemplo, el Grand Guignol, el teatro europeo (especialmente en Inglaterra y Francia) con puestas en escena que se centraban en representaciones con altas dosis de violencia gráfica y sangre (falsa) en sus contenidos, un antecedente directo de lo que puede ser considerado Gore o Splatter hoy en día en el cine. Los espectadores asistían con algo de interés y atracción por ese estilo particular y agresivo, pero que resultaba a su vez emocionante.
Desde los mismos inicios del cine hubo cierto aspecto cercano al miedo, en cuanto a espectadores que descubrían el nuevo arte, el cual, por supuesto, aun no tenían interiorizado. Entonces la anécdota de la primera proyección del Cinematógrafo de los hermanos Lumiere, muy conocida, contiene a su vez algo de las incidencias del género, sin que el corto se adentre en el mismo. L’arrivée d’un train à La Ciotat (La Llegada del Tren) de 1896 de Auguste y Louis Lumiere mostraba a un tren llegando a una estación, mientras algunos pasajeros se bajaban de él. Antecedente de un documental, con un plano fijo general y con el concepto de profundidad bien manejado ya que el tren se veía llegando desde el fondo en línea diagonal. Los asistentes creyeron que era un tren real y muchos de ellos se asustaron por lo realista de la situación que sucedía al frente de ellos. Incluso The Great Train Robbery de 1903 de Edwin S. Porter con su plano final, de un vaquero apuntando al espectador, rompiendo la cuarta pared y disparando hacia él, ya contenía cierta dosis de impacto relacionado también con algo generador de miedo.
Pero entrando ya en terrenos de contenidos, narrativas y arquetipos dirigidos y más cercanos a lo que se define por género de terror, surgen dos películas cortas de la misma época muda y de la edad temprana del cine. Primero se hace una diferenciación entre el fantástico y el terror, ya que el género de fantasía suele ser muy amplio en todo lo que logra albergar, definiéndose por el hecho de contener elementos que por su concepción están lejos de la realidad. Pero en Francia se utiliza el término Fantastique, que podía inducir a la acepción de lo “desconocido” y como expresaba Howard Philips Lovecraft, el principal miedo que puede tener el ser humano es a lo desconocido (Losillla, 1993:36). Así que las obras del gran George Méliès se vuelven precursoras de la fantasía en el cine, los efectos especiales y de montaje, la ciencia ficción e incluso un corto que para muchos es la primera película de terror: Le château hanté (EL Castillo del Diablo) de 1897. Quizá la primera obra cinematográfica sobre vampiros, y que se podría incluir en el género debido a su puesta en escena, los decorados, los símbolos usados en su contenido (ya sea desde las desapariciones de personajes producto de una fuerza malévola, la presencia del diablo, o desde aspectos como el hecho de usar cruces o esqueletos que tienen incidencia en los mismos personajes y que refleja a su vez el carácter de gran realizador de efectos del director) y el estilo casi gótico de la mansión o el castillo que aparece como escenario. Uso además de la figura del diablo que tiene incidencia en los tipos de personajes del Expresionismo Alemán cinematográfico (Losilla, 1993:60)
https://youtu.be/OPmKaz3Quzo
Otra obra previa a los inicios del terror como género es la primera adaptación de Frankenstein de Mary Shelley, que dirigió en 1910 J. Searle Dawley bajo la producción de Thomas Alba Edison. Un antecedente a su vez de lo que acontecería con el Expresionismo Alemán (segundo tema de esta serie enfocada en el terror), que tendría lugar solo algunos años después de este cortometraje o de los años treinta y los monstruos de la Universal (tercer tema de esta serie). Obra que explora las consecuencias de los experimentos científicos, y donde el terror surge muy cercano al mismo ser humano, convertido en monstruo que no tiene la culpa de su carácter y misma existencia. Destaca con gran relevancia una escena de formación de la criatura o el final con la escena de desaparición.
https://youtu.be/w-fM9meqfQ4
Entonces es larga la lista de vías por las que irse cuando se trata de horror en el cine, unas más fuertes que otras, pero todas enfocadas en generar sensaciones muy similares, pero que van hacia las emociones más primitivas: repulsión, miedo, asco, placer, perversión o morbo. A medida que se avance en el desarrollo de la retrospectiva del género, se podrán ver sus distintas facetas y contextos históricos, épocas, inicios y sus distintos sub-géneros. Especialmente se pretende dar a conocer el género desde una mirada más cercana, amplia y aclaratoria. Un género muchas veces relegado, pero que ha aportado grandes clásicos del cine en toda su historia.
Esperamos que continúen este proceso que desglosará las claves y los momentos relevantes de terror y se espera que logren apreciar de otra forma al género tras ver sus posibilidades y cualidades tan interesantes intrínsecas en él.
Bibliografía
LOSILLA, Carlos. El Cine de Terror: Una Introducción. 1993. Paidós Studio.